sábado, 2 de enero de 2010

Nota de Opinión - Viejas Locas en Vélez (14-11-09)

EL INFIERNO

“La idolatría populosa se dibuja en largas filas para adorar y no pensar / la piedra muerta del desvío falsamente milagrosa sigue ocultando la verdad” cantaba Hermética en su canción “En las calles de Liniers” y, de no ser porque el tema fue escrito hace casi veinte años, uno podría creer que el autor lo compuso observando la entrada al recital de Viejas Locas en Vélez el último sábado. A eso de las ocho y media de la noche, por la Avenida Juan B. Justo se veía a miles y miles de chicos que se iban acercando sin cesar al estadio y una ya suponía, que ante tanta cantidad de gente, el show se iba a retrasar varios minutos.

Al retirar la entrada reservada por la organización, este cronista se vio sorprendido ante el anuncio de que el ingreso debía hacerse por el campo (difícil trabajar así, ¿no?) pero, sin embargo, hacia allá se dirigió. Tan solo unos metros caminados y los ánimos ya se veían caldeados y enrarecidos, con mucha gente agolpándose en las entradas como un maremoto de cuerpos. Primera falla organizativa: alrededor de tres mil personas no pueden llegar al punto de juntarse en una especie de embudo (porque eso era la “entrada”) y mucho menos si los caballos de la policía montada se les vienen constantemente encima. Por el lado de la platea, la cosa no estaba mucho mejor y las vallas se veían forzadas una y otra vez, hecho que alteró a los uniformados que custodiaban ese sector y que sirvió de excusa para que apuntaran sus gases picantes directamente a los ojos de los concurrentes.

Segunda falla organizativa: al verse desbordados por la cantidad de gente, el personal de seguridad se dispuso a armar un vallado para acomodar un poco la fila del campo aunque la decisión se tomó bastante tarde, cuando ya todo era un descontrol y la gente lo único que quería era entrar. La policía por su parte, estaba llamada a su juego y aprovechó la ocasión para repartir palazos, disparar gases lacrimógenos y balas de goma hacia el tumulto, sin distinguir a aquellos que tenían entradas de los que se querían colar. Obviamente esto trastornó aún más los ánimos y algunos chicos (probablemente aquellos que pujaban por entrar sin ticket) comenzaron a responder la represión arrojando botellas de vidrios y piedras.

Entre las diez y las diez y media, hubo un intervalo en donde la cosa se calmó por un rato pero al apagarse las luces del estadio para el comienzo del show, como era de preverse, todo se desbandó nuevamente y ahí sí se vivieron los momentos más aterradores de la noche ya que la policía intensificó su avanzada contra la gente y las corridas se multiplicaron. Para colmo, en uno de los accesos a platea aparecieron unos veinte muchachos de la barra brava de Vélez a los que no se les ocurrió mejor idea que ahuyentar al público a través de Juan B. Justo haciendo uso de su experimentada violencia física.

Y más allá del accionar represivo de la policía, tampoco debemos obviar la parte que le corresponde a este público que parecía anclado en los noventa. Muchas mujeres embarazadas y niños se acercaron al concierto pero lo más lamentable es que ante la gravedad de la situación, no todos emprendieron la retirada sino que algunos se quedaron tratando de entrar. ¿En qué cabeza cabe que una madre pugne tumultuosamente por ingresar a un recital de rock? ¿Es realmente necesario? ¿Se gana un certificado especializado en rock por hacer el aguante y entrar a toda costa? Estas cuestiones, sumadas al ritual futbolero de banderas, pirotecnia, cerveza, vino y porro, hacen pensar una vez más que al final no aprendimos nada. Que nos cagamos en los casi doscientos muertos de Cromañón y que esas muertes fueron en vano porque a todos les chupa un huevo. En la noche del sábado en Vélez, falló todo lo que podía fallar y por milagro no ocurrió una tragedia. Aunque a nadie ya le importe.

Podría cerrar esta crónica comentando los temas que tocó Viejas Locas en su regreso luego de nueve años pero sinceramente luego de lo acontecido en las afueras del Amalfitani, eso me parece un dato ínfimo. El 14 de noviembre de 2009 la sociedad argentina mostró nuevamente la pobreza educacional en la que está hundida y a la que el rock lógicamente no puede escaparle. Ojalá todos los involucrados tomemos nota de lo acontecido y de una buena vez por todas, hagamos algo para revertir este triste momento.

Christian Alliana para www.elbondi.com

No hay comentarios: