domingo, 31 de enero de 2010

Critica de disco - Cara o Ceca (Caballos de Noche) (25-01-10)

Cara o ceca

Caballos de Noche debuta con un disco de rocanrol stone un tanto devaluado.

Un aviso en la revista Rolling Stone fue el puntapie inicial para que en el 2003 se formara Caballos de Noche (nombre tomado de un tema de los Ratones Paranoicos) de la mano del cantante y guitarrista Lucas y el baterista Matías. En los años siguientes la formación se fue afianzando, no sin antes atravesar algunos cambios, hasta llegar al quinteto actual que se completa con Tito en bajo, Franco en teclados y Diega en guitarras.

Las sirenas y los tiros de la policía abren el álbum para pintar así la realidad que Caballos de Noche describe en “Barrio” y que, ya desde el vamos, los define como un prototipo de lo que se denomina “rock chabón”. Sin embargo, esa parece ser la apuesta de la banda ya que a lo largo de Cara o Ceca (2009) repiten las temáticas del rocanrol, la calle y las chicas fáciles, siempre sobre la base de rocanroles con impronta stone pero que parecen tener como modelo al peor Pity Álvarez en vez de a Jagger y Richards. El cantante Lucas es quien quizás tenga la mayor responsabilidad sobre esto ya que su voz desgarbada y casi siempre al borde de la desafinación se mantiene a lo largo de todos los temas.

La trompeta de Nicolás Iriarte y el saxo de Stefanía Martín intentan ponerle algo de sofisticación a la letra burda de “Entregamelo” (“si te mojás siempre sobre el colchón / yo te digo nena lo tenés que intentar / después no lo vas a querer dejar”) mientras que la armónica de Diego Sallustio se suma al blues “Bajo control”. La rapidez de “Todo sucio” contrasta con el boogie guitarrero de “Boogie de noche” al tiempo que la historia de vicios se adueña de “Tan al borde de la locura” y “A una cuadra de la plaza Dorrego” pinta una noche en San Telmo.

“Solo para mí” cierra el disco y, a su vez, es un perfecto corolario para encerrar el concepto de Caballos de noche. En cuatro minutos y medio, la banda practica un típico rocanrol stone con una letra rústica que supera en mal gusto al propio Luis Almirante Brown (el personaje de Diego Capusotto): “le mandé dedo y empezó a babosearme / su corazón latía cada vez más / estaba tan loca no podía frenarla / y tan caliente que no paraba de reir / sacó sus tetas y se tiró a la cama”.

Caballos de Noche es un claro ejemplo de lo mal entendido que fueron (y son) a veces los Rolling Stones en nuestro país. Aunque no haya una explicación certera de por qué se haya arraigado tanto en Argentina el sonido stone marca Satisfaction, lo que sí es seguro es que aquí pareciera ser lo único que se rescató de Jagger y compañía. Y el resultado de esto da como muestra trabajos como Cara o Ceca, en donde lo importante pasa más por el hecho de hacer rocanrol que por cómo hacerlo.

Christian Alliana para www.elbondi.com

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