jueves, 29 de mayo de 2008

Critica de Disco - Demoliciones (Antonio Birabent) (12-05-08)

Demoliciones

Antonio Birabent regresa con un disco plagado de ciudadanía y de historias cotidianas que versan sobre mujeres, amores y música.

Nada mejor que la autogestión y la independencia para que un cantautor se exprese en su máximo estado. Antonio Birabent parece haber entendido esto hace ya diez años cuando se embarcó en la cruzada libertaria que lo encuentra editando sus propios discos y dándole rienda suelta a su arte sin restricciones ni presiones comerciales. “Demoliciones” representa un nuevo paso en su vida musical regalando sentimiento en cada una de las doce canciones que componen el álbum.

El tema inicial, que le da nombre al disco, arranca con un sonido bien guitarrero que acerca a Birabent a su costado más rockero y continúa en “Guitarras rotas” donde la viola adquiere un protagonismo aún mayor. Le siguen “El fuego que está por venir” que invita a la tranquilidad y “El sueño de la ciudad” que brilla por su capacidad descriptiva para pintarnos un atardecer cualquiera previo a una tormenta. En este punto es en donde la pluma de Antonio resplandece y lo eleva a la categoría de verdadero poeta, condición heredada magníficamente de Moris, su padre.

A medida que pasan los tracks, uno va descubriendo nuevos sonidos que se entremezclan con la dulzura de las guitarras acústicas y eléctricas que priman a lo largo del álbum. Es así como los teclados imprimen arreglos sutiles, los cellos provocan esa calma digna de un abrazo maternal y el trombón regala la especidad característica de los vientos. Incluso existen toques bluseros como en “Barrenando”, la mejor del disco, y aires jazzeros en “Cecilia”, una oda a la compañera de vida del cantante, que sirve como separador.

“Demoliciones” tiene la particularidad de ser una obra cien por ciento ciudadana, de principio a fin respira el aire denso de la ciudad en plena actividad pero también la tranquilidad de la siesta que divide al día. Por propias vivencias de Birabent, es imposible no imaginarse que las historias contadas suceden en algún lugar de tres metrópolis que lo acogieron a lo largo de su vida: Buenos Aires, Madrid o Montevideo. Pero la mayor curiosidad está planteada por el hecho de sentir que si bien todas las canciones parecen adquirir su súmun al ser escuchadas en medio de edificios, el álbum en su conjunto tiene un costado subliminal que le da al oyente la posibilidad de poner play en un pueblo silencioso y alejado sin que por esto se pierda en lo más mínimo la esencia del material.

Ya sobre el final, “Puñaladas de espera” retoma el pulso rockero, con el bajo de Alejandro Carrillo sonando bien grave, la batería de Luciano Casanova repiqueteando sobre el tambor y la guitarra de Roberto Garcilazo desgarrándose en un solo inigualable. En contraste, el cierre llega pasivamente con “Viejo barrio”, un tangazo sin ser tango, es decir, una letra propia del 2x4 pero con una música más cercana al free jazz. Sin dudas, EL cierre para el disco.

En su décimo trabajo de estudio, Antonio Birabent, se pasea maduro por el estilo cancionero, con toques rockeros, y con letras que respiran ciudad una y otra vez para dar como resultado un disco íntimo y sentido que podría servir perfectamente de espejo para futuras generaciones de cantautores.

Christian Alliana para www.elbondi.com



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